martes, 21 de octubre de 2014

Creando logos a partir de mitos

Miénteme.
Hoy necesito sentir la ponzoña directamente de tu boca de trapo, que me inyectes el veneno con tu lengua, afilada por la bebida y las pocas verdades.
No importa que sea mentira,
quiero que me prometas las teorías más absurdas, los futuros imposibles aparecen en un vaho como el que dejas en mi bañera, un flashback de una situación que nunca ha pasado.
Miénteme, como otras veces has hecho, pero esta vez esfuérzate en que me lo crea. Saca de tus labios una historia falsa, haz que se meta en mi ser, convierte el mito en mi conocimiento más racional.
Sé mi Descartes. Descarta todo lo malo, el mito, las creencias que tenía antes de ti, y conviértete en mi única enciclopedia del saber, de sentir.
Saca toda la MIERDA de tu interior, pásala por el filtro suave de tu lengua, atraviesa tus dientes separados y métela en mi boca como el humo de un cigarrillo. Has que mi interior apeste a tabaco.
No te preocupes. Yo me encargaré de llevarlo de la boca a mi ser. Ni siquiera hará falta una conciencia para que eso pase.
Bébete mi inseguridad y escúpela en forma de mentiras hermosas, para que yo no pueda moverme por el interior de mi cuerpo y de mi alma ¿o son ambos uno entero? buscando una identidad que no existe, que no significa nada.
¿Puedes mentirme? Esta vez no te lo ordeno, por favor, hazlo. Quiero que llenes mi cabeza de mentiras y mi contestador de frases hechas sacadas de un buscador de internet.
QUIERO QUE ME MIENTAS. Vamos hazlo. No te cuesta nada. Nada es más fácil que hacerme feliz: una mentirijilla de nada.
¿No me vas a hablar? No lo hagas. Me mentiré a mi misma. No cuelgues. Oye, no me cuelgues...


¿Me oyes?

....




Podías haberme mentido. 


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