domingo, 22 de febrero de 2015

La aniquilación en la máquina del tiempo

Lo normal cuando leemos un libro es identificarnos con el protagonista, seguir el hilo de la historia desde el punto de vista principal y acabar sintiendo lástima, cariño, empatía hacia las vivencias del personaje principal. Nos unimos moralmente de alguna manera hacia las metas y las formas de llegar a ellas en el libro, o película.
Los Eloi y los Morlocks son personajes colectivos del último libro que he leído, La máquina del tiempo.
Se trata de una historia en que el protagonista -sin nombre conocido- fabrica una máquina y viaja en el tiempo hacia adelante. En su travesía llega a un utópico mundo en el cual los descendientes de la raza humana forman el ideal de la cooperación y la vida forjada en la naturaleza lejos de la vanidad material, en una eterna juventud. Estos humanos del futuro son conocidos como los Eloi, practican el vegetarianismo y presentan una carencia total del interés y la curiosidad por lo nuevo que caracteriza a la raza humana actual.
Luego de pasar unas cuantas noches con los pacíficos Eloi, el viajero del tiempo descubre la existencia de una segunda línea de evolución de la humanidad que culmina con los Morlocks, humanoides de aspecto más parecido a los simios, preparados para vivir bajo la tierra con unos enormes ojos rojos adaptados a la oscuridad, y pelaje blanco en todo el cuerpo que no ha visto jamás la luz. Estos salen de las cuevas por las noches para cazar a los Eloi, que son su única fuente de alimento.
Nuestro protagonista se identifica con los inocentes Eloi, como nosotros nos identificamos con el viajero. Y esto me lleva hasta hace unos minutos, en que se acaba la versión cinematográfica de dicho libro.
Como es usual, la película y el libro tienen más semejanza en el propio título que en el desarrollo de la historia.
En ambos, la separación en la línea de evolución humana es la esclavización de una parte de la humanidad a vivir bajo tierra para ejercer de productores a los que quedaron en la superficie. Pero en el libro no hay indicios de ningún tipo de actividad intelectual, y en la película -que es la que me interesa para esta parte, a pesar de que me gusta mucho más el libro- hay una jerarquización entre los Morlocks, que relega a los cazadores al último plano como los músculos de los miembros de casta más alta. Y es en éstos últimos en los que recae toda una historia de cultura y avance en el plano interior de la humanidad, son los absorbentes de todo pensamiento técnico. Frente a los más físicamente parecidos a nosotros Eloi, se encuentran los Morlocks como la culminación intelectual de la historia. El viajero en el tiempo aniquila a los Morlocks impulsado por su empatía hacia los inocentes Eloi.
No quiero caer en hobbesianismo ni nada por el estilo. Sólo dejaré en el aire una pregunta: Destrucción o paz, ¿a qué precio?

miércoles, 18 de febrero de 2015

Querido diario

Hoy te voy a dar vida. Sé que en un arrebato de rabia, sentada frente a mi mesa, creyéndote la personificación del dolor, te destruí.
Pero vuelvo a hablar contigo, viejo amigo, que no me juzgas por las confidencias que te hago.
Es tan simple como un trozo de papel, puedo moldearte a mi gusto, y lo hago sin remordimiento alguno.
Puedo hacer que ocurra lo que yo pienso, puedo borrar el pasado de un plumazo y escribir lo que me hubiera gustado que pasase.
Seco las lágrimas, multiplico los besos, abrazos y caricias, elimino el dolor, te elimino a ti.
Y cuando el tiempo se lo haya llevado de mi memoria, abriré tus candados con la llave que guardo cerca de mi cuello, y mi invención será real, completamente verídica.
Tan simple como un trozo de papel.
Tan complicado como un alma insatisfecha.