domingo, 30 de agosto de 2015

Cuando Vera soñó a Soren

"Las caras que ves en tus sueños las has visto en algún momento de tu vida".
Vera se decía a si misma que sí, que en otros sueños. Se autoconvencía. ¿Que por qué? Pues porque el amor había llegado a ella, en forma onírica, en psicodelia desordenada y fantasía adornada de espacios pintorescos sin leyes de la física y sin héroes de Disney.
Nunca le dijo su nombre, ni le regaló rosas mustias por San Valentín, ni un collar por su cumpleaños. Tampoco iba a buscarla en coche los sábados a mediodía, ni comentaban banalidades por mensajes al móvil.
Vera le puso nombre. Soren fue para Vera lo que Maude fue para Harold.
No se necesitaban, no se buscaban, no eran mitades de una naranja destinadas a unir sus bordes mutilados por el cuchillo del destino. No. Vera y Soren se encontraron en un sueño de ella, y volaban por el espacio y el tiempo como en una cutre película serie B.
Que Soren no existiera en el Universo racional de Vera no era un problema.
Veía su cara alargada en las baldosas de la calle, jugaba a buscarle en cuadros abstractos y pasaba horas enteras en el museo, en la sala de Pollock, dibujando mentalmente a Soren en las pinceladas viscerales de los cuadros.
La vida pasó y Vera quiso buscarle. Y lo encontró en un álbum de fotos de su madre, que siempre ojeaba cuando pequeña.
Soren tenía nombre y apellidos, mucho más comunes y menos exóticos que el filosófico apodo que Vera le había puesto, pero era él, su cara, su expresión, el verdor de sus ojos tristes.
Y ni siquiera protagonizaba la foto. Era un recuerdo del servicio militar del padre de Vera. Su Soren era un teniente de uniforme que salía en una esquina de la instantánea tomada al regimiento. No sabía cómo sentirse, no lo imaginaba así. Le creía poeta, bohemio, con Serrat en los oídos y la pluma entre los dedos.
Bueno, era él. Llamó a su teléfono y una chica de su edad le contestó que papá no estaba en casa. Vera está helada y las palabras se amalgaman en torno a su garganta pero no llegan a salir.
Cuelga el teléfono.
Vera recorre una larga procesión hacia el dormitorio materno.
Somníferos, con receta, claro. Vera duerme en cuestión de minutos. Allí se encuentra con Soren que la espera sentado en el césped.
Le grita, le tira las fotos, los recuerdos van llegando en forma de nubecitas con imágenes en movimiento y Vera las destruye. Soren llora. Y Vera grita.
Ya no le volverá a soñar.

sábado, 29 de agosto de 2015

Penélope de noche

Penélope
cose de noche
escondida 

las heridas de su alma 
que no se ven 
sino se sienten

y a Penélope
se le acaba el hilo.

Un Ulises perdido
que no le cose
que no la espera

navegante hundido, parece

pretendientes
que no la pretenden
como persona sino mueble

colocados fuera del hogar
esperando una libre Penélope
a arrancarle la libertad.

y no hay hilo
para tanto desgarro.

martes, 25 de agosto de 2015

Niñas del ayer

Mamá, quiero ser una niña de las de antes, que no eran conscientes de ser niñas y jugaban a rasparse las rodillas fuera de casa. No quiero una escalera al cielo, para encontrarme con un techo de cristal. Quiero vivir sin jaulas como vivió Alejandra, y si las jaulas no se vuelven pájaro, me iré con ella.
Mira mamá, quiero jugar a ser Adela y Carmen y Teresa, que quiero ser niña inconsciente para no ver que las tiritas de mis rodillas llevan flores, que el papel pintado de la pared de mi cuarto siempre es rosa, que no azul, que no verde.

Quiero jugar a ser mamá, mamá, sin que me empuje a la maternidad la tinta indeleble de la tradición, quiero mis hijos elegidos no impuestos, mi vientre no es habitación de alquiler, no es piso de estudiantes ni chalet familiar.

Mamá, voy a buscarme y a encontrarme. No volveré a firmar como (inicial y apellido). Voy a jugar a ser Cristina, a alzar el vuelo en mi jaula y atravesar el techo de cristal, quiero ser esa mujer que sabe que todo lo que brilla no es oro, que ve más allá, que no compra escaleras al cielo, que a sus pies está el último peldaño. 

jueves, 20 de agosto de 2015

Composición literaria que se concibe como expresión artística de la belleza por medio de la palabra...

...

no lo llames poesía
prosa abstracta

desglosada en verso,
deglutida en papilas
ávidas de ritmo,

pero no lo llames poesía
llámalo insomnio
sangre, sudor, tinta.

"Experiencia estética
mediante la palabra"

pero no lo llames poesía
no lo midas, no lo embellezcas

disfrútala,
pero que no sea poesía

g-e-o-m-é-t-r-i-c-a

no le pongas un límite
abraza las palabras
no esperes leer
con rima consonante

y verso alejandrino

no me ocultes entre libros
                                        -de texto
no me cuentes las sílabas

no me digas que soneto,
no me elijas a Quevedo u Góngora

no me pongas dos puntitos
cüando falte al molde rítmico

no me estudies como
fórmula de aceleración

pero llámalo vida,
llámalo vida
no poesía.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Piel (III)

Tenía nueve años
y me tocaba las manos

con las yemas de sus dedos
me rozaba la piel hasta erizarme

llegó nueva al colegio -pero-
era ya antigua en mi vida

leía mi mano y sus caminos
letras volubles como el humo

salían de mis palmas
y ella las inspiraba.

Trazaba con el borde de las uñas
las líneas imantadas

y siempre mi mano y su mirada
el ceño fruncido analizando

mis manos goteando de sudor
las suyas frías sosteniéndolas.

Mientras el tiempo nos vió pasar
sentada siempre a mi vera,

mis manos nunca fueron para ella
otra cosa que libros abiertos,

compilación de cuentos
y antología poética

con dos niñas
de personaje principal.

Escribo con diecinueve,
Vera ya no me lee las manos

con su ausencia las páginas
se arrancaron

la tinta me la absorbió la piel
y las letras se borraron

pero volteo las palmas
y leo su nombre.

(añadir una descripción)

A mi inspiración,
en todas sus facetas y formas





porque la musa me canta al oído
y me mira a los ojos por las noches

me decían que colorear dibujos
siguiendo las líneas pintadas

me decían que rosa y violeta 
y no azul y negro

derramaba acuarelas arcoiris
por fuera de los bordes en papel

me decían que medias naranjas
que una media pieza de fruta, 

que gajos y zumos exprimidos
y qué pasa cuando eres fruta completa

y qué buscar cuando tu mitad está a tu lado
eres tu, entera en el espejo

porque oigo la musa ensayar y fallar
me dicen que te mira los párpados de noche.

martes, 18 de agosto de 2015

Piel (II)

A Teresa,
que se miraba el rostro buscándose
a sí misma.
apología de la apariencia
manténla joven, luminosa

translúcida, deja pasar a través
un halo, un rumor de lo que se es

comprobar al espejo
la propia piel, mirarla 

ah, que se evapore
el gen común

desnuda la piel
con la caricia de la mirada

el cosquilleo de la búsqueda:
Teresa y su piel.


(Inspirado en La insoportable levedad del ser, Kundera)

lunes, 17 de agosto de 2015

Raíces

¿Cuál es mi deuda? Me pregunto qué le debo yo a mi pueblo natal.
La casualidad me arrastra desde antes de nacer a los pies de una casa, a una cunita, a un cuarto pintado de rosa... la levedad de la casualidad, de lo contingente.
Y cuándo mi vida o mi obra significan algo, mi pueblo me lo arrebata, se lo adjudica, como si no fuera yo ciudadana de todas las comarcas, como si me hubiera elegido el pueblo a mí para pertenecer a su círculo.
Cuando lo único que ha hecho mi pueblo (escrito así con artículo posesivo tal como se me ha enseñado) es marcarme unas fronteras inexpugnables que no deseo y que no puedo romper, unos límites y unos derechos auto-impuestos de pertenencia a un club cuyo carnet me sobra en la cartera.
"Sra. X, oriunda de tal sitio".
¿A qué se debe? ¿Cuál, repito, es mi deuda?
Nacer en un estado cerrado no te da una cultura, te limita a todas las demás.
Incluso han llegado a mis oídos expresiones tales como "en tu tierra deben sentirse orgullosos de tu éxito". ¿Acaso debo sentirme orgullosa porque la vana casualidad haya traído un gran futbolista, una hermosa modelo, una escritora notable a los pocos kilómetros que abarca una denominación geográfica a la que la casualidad me haya llevado a nacer?
¿Debo, pues, unirme a la celebración social de la vecindad, al ímpetu de pertenecer a un grupo que no engloba intereses comunes, a la limitación de un pueblo? -o ciudad o comarca o, en definitiva, cualquier tipo de frontera.
Mis raíces se han desbordado del tiesto, buscan tierra fresca más allá de los límites, quiero respirar otros aires, ver el sol desde otros ángulos, alzar mis pétalos a un cielo extraño.
Las personas, como las plantas, pueden cambiar de macetas e incluso prescindir de ellas. Sólo hay que darse de baja del club de la casualidad y destrozar el carnet de las carteras.
y si te digo que eres nubes grises porque no paras de hacerme
.
.
.
llover?

Vendo, compra, bella

Vendo sentimientos
se me vienen grandes
no me pegan
con la puntilla blanca
del borde de mis bragas
me quedan mal
me hacen gorda
me hacen vaca
no-apta
no-belleza
de consumo
lo vendo todo
lo bajo
lo rebajo
te hago un descuento

llévatelos!
te quedan bien puestos
te hacen flaca
estás bella
qué bella estás
desaparece
no comas más
no te entran
mis sentimientos
rebajados
así, qué bella estás
enséñame tus huesos
vestidos de mis sentimientos
rebajados
casi regalados
que te duren

sangre
pantalones blancos
quédate en casa
no enseñes la mancha
así, bella, escondida
tu cuerpo es vergüenza
tu vergüenza es fea
fealdad es no-belleza
no-consumo
economía
se mueve, se alimenta
de niñas bellas
lindas, calcadas

mídela, pésala,
tu no sirves
trae a otra
mídela, pésala
esta sí
ponle precio,
colócala en la estantería
¡no! el precio cara al público
que sea lo primero que se vea
llora
ojeras, ¡maquillaje!
así, bien bella, ni una mancha

vendo sentimientos
¿quién me los compra?
están muy baratos
ya nadie los quiere
porque son todo tristeza
porque son talla grande
porque X.......L
porque la pequeña, porque la mediana
ya se la llevaron
las niñas bellas
de mirada hambrienta.

domingo, 16 de agosto de 2015

Piel (I)

Mudar la piel
dejar una cáscara vacía
tendida
en medio de la acera
y correr
en carne
¿viva?
la piel mata, la piel te esconde
la piel te inhibe
la piel te etiqueta, te pone límites

piel muerta
¿piel tuvo vida?

la corteza oculta lo blandito
no se come
se pela
y se tira

Vera es fruta
se desprende de ella
y se tira
por la ventana
a la calle
al grito de
¡cuidado!
cuidado que va
la gente incómoda
no miran
cambian de acera
la rodean al pasar

y Vera camina desierta
des-nuda
des-tapada
des-vestida
des-armada

en carne
viva o muerta
es Vera en esencia
de espaldas
a su piel

des-hecha.

viernes, 14 de agosto de 2015

Tu juegas a mojarme con palabras
yo juego a hacerte heridas con los dientes.

Tu finges que te duele,
yo finjo ser tu médico.

Tu gritas a la noche que te vienes,
yo te susurro al oído que me voy.




A orillas de mi cama,
dejas chocar las olas
contra mi playa
dejando rastro de espuma salada.
Como un niño 
me recorres
buscando tesoros
que llevar a casa
mojándote los dedos
en la corriente
que te arrastra.
El mar 
nunca está en calma,
como un niño
juegas en la orilla 
en los charcos
que deja la marea,
y la marea sube
invita a entrar
a nadar y dejar la playa.


Deseo,
tormenta de arena
que destruye a su paso
penetra debajo de la piel
y revuelve las tripas,

Tormenta
que te eleva en el aire
te vuelca y acecha
a empañar los cristales
de lentes serenas.

Y deja la piel llena de arena
y el pelo peinado a destajo
y la boca sabor amargo
el cuerpo sumido en un letargo
ahogado en el desierto.


Flor

Tu cuerpo más que sueño,
es cercanía de la angustia
del dolor de la humedad
escondida en los pétalos de una flor
que se abre al amanecer.

Ven y despierta la flor del letargo,
que sólo con tus labios puedes
son éstos la llave y al fundirse
en la piel desnuda
abren cualquier cerradura.

A ciegas, sin manos, 
siente en la punta de la lengua
el sabor del rocío, de una noche
a la intemperie de tu cuerpo
no has dejado pasar el frío.

jueves, 13 de agosto de 2015

Cuando Vera no podía soportar la tristeza que se le venía encima, descolgaba el teléfono, se encerraba, desaparecía. No estoy más que para mi misma, apagada y fuera de cobertura, con la batería al mínimo, Vera miraba y remiraba el techo en busca de musarañas, pero sólo se le aparecían pequeños problemas pendiendo de un hilo fino en las esquinas.
Se armaba de paciencia y plumeros y las barría, las desordenaba, caían al suelo y tejiendo bolitas pasaba las tardes, escondidas debajo del sofá junto a un par de monedas olvidadas y las facturas de la luz.

miércoles, 12 de agosto de 2015

El coste de la libertad

Las facturas forman un mantel en la mesa de la cocina, mezcladas con periódicos de varias semanas anteriores, escondidas debajo de los restos de comida china del almuerzo. Vera dormitaba en el sofá, con el mando a distancia en una mano, y un pitillo casi apagado en los labios. Es imposible saber cuanto tiempo lleva así, los ojos fijos en la pantalla, desganada, sin intención de moverse o hacer algo, Vera muere en vida.
Es una niña bien, pero no es malcriada, no es caprichosa, no gasta más de lo que necesita tener, Vera es austera. La ropa sucia se amontona debajo de la mesa, vive sola, aún piensa que va a lavarse y recogerse sola, y viste la última camiseta limpia que queda.
Antes iba a la Universidad. La pagaban sus padres, pero no era lo que quería, no quería clases, leyes, profesores. Vera dejó los estudios y trabaja de camarera. O solía hacerlo. Creía que la libertad salía más barata, pero ni siquiera está ahora segura del concepto. 



martes, 11 de agosto de 2015

Mirada borrosa

Tú eres la imagen que tengo de ti
para mí distorsión es tu rostro
nada me gusta más
que quitarme las gafas para verte.

Así eres tú, y no sólo tú,
también las manchas
que forman las calles
regadas de sol y de personas,

que no te miran ni se giran al pasar,
ni dan los buenos días al caminar

también, también ellos son tú
cuando mi mirada borrosa
no te distingue de lo demás
y los quiero a todos para quererte.

Tú eres puntos de colores,
que veo cuando cierro los ojos
eres psicodelia en blanco y negro
y Casablanca en color.

Nada me gusta más
que quitarme las gafas para verte
derramar la miopía 
en mi campo de visión,

confundirte y confundirme
acercarme a ti sin máscaras
y sin armas, y hacerte la guerra 
dejando las gafas en una trinchera.